martes, 24 de abril de 2012

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Está bien, la despenalización de cuestiones ridículamente penalizadas (y muchas veces penalizadas desde posiciones fascistoides) es una cuestión importante. No se trata de conquistar libertades, sino de recuperar las que fueron quitadas ilegítimamente, es decir, un acto de justicia antes que una creación muy original. Ahora bien, si yo fuera legislador o juez y viera los comentarios del fumeta promedio me darían ganas más de encerrarlo que de darle vía libre con la plantita. Al parecer, la proximidad entre la idiotez y la marihuana es mayor de la que pensábamos muchos fumetas algo más sensatos.
 

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