Deleuze y Guattari tienen el encanto de algunas páginas de Heidegger. Provocan la sensación de que algo hay ahí, aunque cueste un huevo y medio encontrar qué. Como los textos herméticos o cabalísticos. Existe también la posibilidad de que en sus páginas en verdad no haya nada, pero la curiosidad y la seducción son tan grandes que ameritan el riesgo.
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