Intentar ponerse al día con tareas atrasadas tiene la ventaja de ser una tarea infalible. Es una actividad cuyos resultados nunca pueden empeorar el estado de situación que la desató, salvo que encamine a una destrucción de lo logrado previamente. Ahora que lo pienso, sí existe la falibilidad. Mirar hacia atrás tranquilamente insufla la idea de romperlo todo. Quizás las más de mil doscientas estupideces acumuladas hasta hoy puedan retornar al mágico y místico cero.
lunes, 23 de enero de 2017
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