Cada día que pasa sin escribir algo podría pensarse también como un día en que se perdió una idea, o que faltó, y que, pasado más de un año, estamos un año atrasados mentalmente. O bloqueados. O semi muertos. La vida cotidiana, cuando no se la ejercita en la producción de un discurso articulado, termina por devorar lo poco que había antes.
martes, 7 de febrero de 2017
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