Los resentidos se quejan más de que los albañiles muchas veces adornen su trabajo de manera tal que parezca de mejor calidad que de aquellos trabajos intelectuales patéticos pero de una retórica despampanante. En este blog sostenemos que ambas tareas son meritorias puesto que el arte del enga ño, como bien dice su nombre, es un arte, y merece como tal su consideración, fruto de la cual surgirá cuánto se ha engañado 672 veces a alguien antes de llegar al elaborado producto falsificado número 673.
martes, 25 de septiembre de 2012
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