domingo, 17 de mayo de 2009

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En conmemoración del Día Universal de la Mentira Festejada, todos los dioses y divinidades menores de todas las fucking religiones del cosmos se reunieron en un lugar secreto al que llamaron Mente. Era una maraña de energías traspasándolos a todos y éstos ni se mosqueaban (nótese el contraste con las personas, que siguen creyendo que las inofensivas ondas de los celulares que nos circundan a cada momento causan cáncer). Era una joda bárbara pese a haber tan pequeño número de mujeres para tamaña manada de machotes heterosexuales hasta la médula. Digamos que ellas alcanzaban. Brindo por ellas. Todo fue bien hasta que, taraaaaaaan:
Un dios enfermizo que decía desde lejos que él había ido a la fiesta, cuando en realidad no, y que le creyeran aunque no lo veían, y que si le preguntaban qué hacía antes de crear el mundo respondía que estaba ocupado construyendo el infierno para los curiosos, ante una muy sugestiva oferta, dijo: "Ah, no, yo no juego a los dados".
Verdaderamente los aburrió a todos, se amargaron y decidieron transformarse en literatura. El culpable de esto, siendo que era el peor jamás inventado, dijo que si se daba la coincidencia de que un tipo viviera en lo que sería Alemania, tuviera un bigote prominente y una locura más prominente que el bigote, éste dios mismo moriría.
Menos mal que nació Nietzsche.

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