lunes, 27 de abril de 2009

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El tema de las estaciones en relación a la representación del mundo es raro. ¿Habrá relación entre cómo se vive sub Ecuador y cómo se vive con el Ecuador bajo los pies?
Por acá empezamos muriéndonos en la pasión del calor que termina otoñando, quemando toda la intensidad y encaminando la vegetación hacia el marrón del otoño, después helarse con el invierno, nos ponemos boludos con la primavera y terminamos fogosos y apasionados de nuevo, para las fiestas, es decir, los supermercados.
En el norte la cosa es al revés. Se parte del congelamiento, se esperanzan y estupidizan pronto con la primavera, el verano les da fuerzas cuando el año empieza a pesar mucho en el calendario, don otoño aparece para hacerles acordar de lo que se viene, incitándolos a irse haciendo techito para el comienzo del año próximo, y el invierno finalmente vuelve como confirmación de la desgracia y el incremento de ventas de los supermercados.
Tal vez la cosa sea un poco distinta entre un viaje de pasión a pasión y otro de congelamiento a congelamiento.


Spinetta, devenido facho express a la hora de sentar posición acerca de la pena de muerte, decía que prefería ser un snob lúcido y no un intelectual pedorro, o algo así, seguramente en palabras más ohhh spinettosas. Yo hoy me puse a conocer a Vivaldi y escribí esto escuchando sus cuatro estaciones.

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