lunes, 9 de julio de 2012

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Hay momentos en los que algo escapa al control del fumador: entonces éste se propone controlar algo distinto, desplazando la inseguridad hacia el futuro. "Elige" cuándo encender el cigarro, manteniendo la situación bajo su dominio. El drama es que no eligió libremente su objeto. Y ahí está, quemándose. Perdiendo mucho y ganando apenas la ilusión de control. Lo entendemos si hacemos memoria. Todos alguna vez pateamos una silla después de haberla golpeado accidentalmente con el pie chiquito, como si tuviera la culpa.

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