Lo que más pena me da del exitismo no es el elevado nivel de exigencia al que somete a quienes se cuentan entre sus filas, sino el desprecio que subyace en semejante concepción respecto a las características positivas de una pérdida. Un exitista jamás dejaría atrás su cola de lagartija para sobrevivir, y por eso moriría.
viernes, 25 de enero de 2013
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