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Imagino un diálogo en la Grecia espléndida con sus amplias plazas, sus grandes hombres, sus debilitados esclavos, sus olivos, una conversación de niños, por la tarde, cayendo el sol:

-¡Vamos, vamos! ¡Busquemos a Sócrates, un sofista gratis!
Imagino que hoy aquel belicoso flautista barbudo tendría un blog como este, derramando charlatanería gratuita para todos los interesados en descubrir la ignorancia que en ningún momento pretendieron disimular.