domingo, 3 de febrero de 2013

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Dentro del peronismo dicen que el movimiento excede ampliamente a la figura de Perón, a la que no habría que permanecer tan rígidamente atados a la hora de pensar en lo que desató. Pero cuando hablamos de Perón saltan a defenderlo a cuatro manos como si fuera una divinidad. No sé en qué quedamos con este personaje y todo lo que de su comportamiento nos resulta infumable. Ponerle tu nombre a una provincia y el de tu esposa a otra provincia es de las cosas más repugnantes que he visto en democracia. Pero así estamos.


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