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Llegan noticias al desinformado mundo psicopié que nos hablan de un aparente naufragio, que, gracias al altísimo -tan alto que nadie lo alcanza, que nadie lo ve, que de tan alto solamente puede imaginarse esquizofrénicamente-, no ocurrió del todo. Dicen las malas lenguas que ni siquiera peligró. Hablamos de ciertas cosechas de cierto entrerriano de cierta panza sobrante de cierto diente faltante. Aún así, este producto del pecado original tuvo tanto poder mental como para experimentar la sensación de haber estado días y días a la deriva en el mar, sólo bebiendo agua salada. ¿Cómo podemos asegurar esto? Por la sed que sintió. ¡Un banco tomó! ¡Un banco! ¿Qué otra explicación se adecúa tanto a la realidad como esta para el acto cometido por nuestro filósofo vernáculo devenido en agitador y promotor de la acción directa? Nadie se pierda el enlace, ¡por favor!