sábado, 7 de marzo de 2009

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Mientras Duchamp meaba el arte, imprimiéndole ese olor nauseabundo a amoníaco, pareciera que estaba leyendo a Heidegger, y tenía que decirle algo, porque, ¿por qué se callaría Duchamp? En su poema RRose Sélavy dice: "Aguzar el oído (forma de tortura)".
Casi puedo ver al Martincito alemán arrancándose el bigote como Homero Simpson se arrancaba el pelo al ir naciendo sus tristemente célebres hijitos.

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