Leer a Cervantes y escuchar el rock progresivo que pululó entre los 60s y 80s dan ganas de que el mundo se hubiera terminado antes. Se puede ser amante, defensor y propulsor ciego del arte reciente únicamente a costa de ignorar las proezas del pasado. Acercarse a lo pretérito deja caer una piedra enorme en la balanza que desestabiliza muchos juicios estéticos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 psicomentario(s):
Publicar un comentario