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Viene una tipa a comprar libros. Compra su libro. Abre la mochila y tenía dentro una caja perfectamente cuadradita y cómoda de llevar para que no lastime la espalda. ¿Qué hace? Pone el libro adelante. Mi amabilidad tan al pedo siempre hace que le diga "tal vez le convenga poner el libro detrás de la caja, para que no le lastime la espalda". ¿Para qué entro a esos berenjenales? Resulta que me contesta que no se va a poner la mochila atrás, sino que la llevará adelante. A esa altura yo pensaba "no puedo decirle que entonces el libro de mierda le va a hacer doler las tetas por pelotuda". Claramente no le contesté. Y siguió su vida, gris, bajo la lluvia. Un cliente más para la lista de infraclientes.