miércoles, 20 de julio de 2016

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El uso de drogas como medio experimental de desautomatización es factible, siempre y cuando se haga el ejercicio previo de analizar los procesos en estado "habitual". Hay usuarios que están drogados, pero sin embargo no lo notan, precisamente por no ser conscientes en la vigilia de cómo es su operativa psicológica diaria.
Un ejercicio consiste en analizar las recurrencias, los lugares común, esos pasos en los cuales la mente pareciera reposar. Lo que serían los tics de cada uno a la hora de procesar el entorno. Por ejemplo, cuánto tiempo se focaliza la percepción en un punto determinado del mundo circundante, y cómo y a qué ritmo se pasa de una idea a la siguiente.
¿Qué función tiene esto? Ganar una visión objetiva respecto a la vivencia y actividad subjetiva para luego poder contrastarla con sus pares alterados. Si usualmente se dedicaran, por decir, 2 segundos aproximadamente a ciertos objetos, cabría esperar que ante el consumo de una droga, en el mismo contexto, uno demoraría más, o uno demoraría menos, pero no igual tiempo contemplando ese punto.
Mi pregunta es cuántas personas llevan a cabo prácticas de control como estas y qué porcentaje únicamente podría calificarse de drogón irreflexivo.

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