Desde el 2011 que el estilo de Tabard, junto a las transparencias de Picabia, a quien llegué en 2009 aparentemente, son motivos de reflexión constante y dignos para enfrentar esa infantil actitud que busca una identidad. Hay en ellos dos, como en Unamuno y el glorioso "el que no confunde se confunde, y el que confunde también", un antídoto formidable frente a la identidad, que tanto se parece a la muerte en su quietud y su aburrimiento siempre que se plantea como meta y fin último.
martes, 7 de junio de 2016
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Desde el 2011 que el estilo de Tabard, junto a las transparencias de Picabia, a quien llegué en 2009 aparentemente, son motivos de reflexión constante y dignos para enfrentar esa infantil actitud que busca una identidad. Hay en ellos dos, como en Unamuno y el glorioso "el que no confunde se confunde, y el que confunde también", un antídoto formidable frente a la identidad, que tanto se parece a la muerte en su quietud y su aburrimiento siempre que se plantea como meta y fin último.
Medicamento:
Contra la identidad
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