Habría a grandes rasgos cuatro posibilidades. Quienes no escriben. Quienes se toman el trabajo de escribir, a su propio riesgo. Quienes escriben pelotudeces para hacerse ver. Quienes dicen que no son creativos aunque escriban, y se autocastigan, y necesitan un psicólogo, este último también necesita un psicólogo, que también precisa un psicólogo, hasta Freud, que se hizo el piola y cual "Dios-wanna-be" para conservar su autoridad por sobre cualquier pedestre jugó a que a él nadie lo psicoanalizaba y así está la "ciencia" psicológica actual en estas latitudes.
sábado, 11 de junio de 2016
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