sábado, 18 de junio de 2016

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Termino de leer "La sed del ojo", de Pablo Montoya, y siento que encontré a un Quignard latinoamericano. Traspaso el amor por uno hacia el otro tras encontrarles paralelos encantadores entre sus obras. Busco otros libros de Montoya en Argentina, y la industria editorial miserable no ha traído ni uno más. Qué profunda bronca. Qué impecable novelita acabo de devorar. Qué texto más recomendable.

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