sábado, 12 de diciembre de 2015

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Después de muchos años sin comer un mango, comí un mango. Primero fue civilizadamente. Un corte, bocados decentes. Progresivamente fui mutando a un simio sediento de azúcar y sabrosas fibras anaranjadas resplandecientes de sabor. Lo que comenzó casi gourmet terminó en un enchastre. Ahora, tras el palta incident quiero mi árbol de mango. Habrá que comprar una maceta, tierra, y un mango para plantar.

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